Escribir historias distintas para la niñez.

Durante los últimos días se ha difundido a nivel nacional una noticia que, sin duda, ha
impactado a muchas familias: el lamentable fallecimiento de una niña de tan solo 14 años,
quien fue sometida a una cirugía estética, aparentemente sin el consentimiento de ambos
padre y madre.

Sin duda, este tipo de sucesos generan polémica, diversidad de opiniones e incluso
comentarios fuera de lugar. Sin embargo, este pequeño artículo pretende, con el mayor de
los respetos hacia la situación, ir más allá: abrir un espacio de reflexión en el que quienes
buscamos proteger los derechos de la niñez podamos generar conciencia en aquellas
personas que se tomen el tiempo de leer estas líneas.

Para ello, conviene dar un contexto general de los hechos: una niña de 14 años, hija de
padres separados, fue sometida a un procedimiento quirúrgico sin el consentimiento de
ambos progenitores. Días después de la cirugía, la menor falleció debido a complicaciones
derivadas del procedimiento. Actualmente, la madre enfrenta un proceso judicial, así como
también el médico que llevó a cabo la cirugía y otros terceros involucrados.


Desde una perspectiva jurídica y de protección a la niñez, aunque en México no existe una
prohibición expresa respecto a practicar cirugías estéticas en menores, derivado de los
derechos de patria potestad, sí se requiere el consentimiento de ambos padres o tutores,
reconocidos por la ley como responsables legales de los hijos.

El derecho a la protección integral de un menor implica evitar situaciones que pongan en
riesgo su salud física y mental, con el fin de garantizar un desarrollo sano. Este derecho no
solo se relaciona con la convivencia con padre y madre, sino también con las obligaciones
que derivan de la patria potestad, tales como autorizar viajes al extranjero, decidir sobre la
vivienda y, por supuesto, tomar decisiones relacionadas procedimientos quirúrgicos,
estéticos o tratamientos médicos.

El principio de autonomía progresiva reconoce que los niños y adolescentes tienen derecho
a expresar su opinión respecto a las situaciones que los rodean, a fin de fomentar su
independencia. Sin embargo, dicho principio implica también la guía y la intervención
responsable del adulto a cargo.

Ahora bien, desde la perspectiva de los padres, resulta fundamental abrir una reflexión que
vaya más allá del contexto jurídico: recordar a las familias separadas o divorciadas que el
vínculo con sus hijos no termina cuando concluye la relación de pareja. Al contrario, este
vínculo debe fortalecerse, pues mostrar a los hijos que, pese a la separación, siguen
teniendo a papá y mamá presentes, es uno de los mayores retos derivados de una ruptura.
En este sentido, es conveniente mencionar la importancia de la crianza compartida y la
coparentalidad. Solo a través de un canal de comunicación abierto, basado en la
colaboración y el cumplimiento de los deberes hacia los hijos, se pueden lograr resultados
positivos en su desarrollo. Mantener comunicación constante entre padres e hijos, y entre
los propios padres respecto a las etapas de crecimiento de los menores, permite que el
vínculo afectivo se conserve firme, incluso frente a la separación física de la familia.

Hoy los invito a reflexionar: como papá o mamá, ¿hasta dónde tengo derecho a limitar los
derechos de mi expareja?, ¿a obstaculizar la convivencia?, ¿a incumplir con la pensión
alimenticia que me corresponde?, ¿o a ocultar información relevante sobre la vida de
nuestros hijos?. Recordemos que el consentimiento de ambos padres es indispensable
para todas aquellas decisiones que impacten la vida y el desarrollo de los menores.

Es necesario empezar a escribir historias distintas respecto a los derechos de la niñez.
Historias en las que los niños, niñas y adolescentes no se vean afectados por los conflictos
entre papá y mamá. Ello implica retroceder dos o tres pasos con respecto a lo que se vive
después de una separación de pareja. Procuremos: mantener la comunicación con
respecto a la vida de nuestros hijos, respetar los derechos y deberes de ambas figuras
parentales, y SIEMPRE PRIORIZAR EL BIENESTAR Y LOS DERECHOS DE LA NIÑEZ.