En las grandes ciudades, las personas rara vez piensan en lo que sostiene sus vidas cotidianas: los puentes que cruzan para ir al trabajo, los edificios donde estudian, los hospitales que los atienden en emergencias. Todo parece estable, firme, incuestionable… hasta que la naturaleza recuerda que no siempre es así.

Terremotos, huracanes y vientos extremos desafían todos los días la resistencia de estas estructuras, y cada vez con mayor intensidad debido al cambio climático. Frente a este panorama, la ingeniería contemporánea se enfrenta a un reto urgente: garantizar que nuestras ciudades sigan funcionando incluso bajo amenazas naturales que pueden surgir sin aviso. Ese es el campo donde trabaja el Dr. Iván Francisco Huergo Ríos, investigador dedicado a encontrar cómo hacer que nuestras infraestructuras no solo resistan, sino que protejan vidas.

Su investigación se centra en el control de vibraciones en estructuras, una rama de la ingeniería que combina matemáticas avanzadas, simulación y experimentación. A través de modelos refinados, Iván ha logrado representar de manera mucho más precisa el comportamiento de edificios y puentes cuando son sometidos a fuerzas extremas como sismos o vientos intensos. Sus aportaciones han llenado vacíos importantes en la literatura científica, donde hasta ahora los modelos no lograban integrar simultáneamente factores cruciales como el tipo de suelo, el sistema estructural y los dispositivos de control.

Los resultados no se han quedado en el plano teórico. Tras realizar pruebas de vibración ambiental en estructuras reales —como edificios gubernamentales y puentes peatonales—, los modelos desarrollados por Iván han permitido implementar dispositivos que reducen las vibraciones estructurales hasta en un 50%. En infraestructuras críticas, como hospitales, estas tecnologías pueden disminuir hasta en un 90% el riesgo de colapso durante emergencias. En términos simples, su trabajo ayuda a que más personas estén seguras cuando la naturaleza se agita.

El impacto de estas innovaciones va mucho más allá de la seguridad. Al reducir la probabilidad de daños severos, también disminuye la necesidad de demoliciones y reconstrucciones, evitando el consumo de materiales, energía y recursos naturales asociados a la industria de la construcción. Los dispositivos que Iván diseña y analiza operan sin energía eléctrica, reduciendo la huella ambiental y permitiendo estructuras más ligeras y eficientes. Esto contribuye no solo al bienestar humano, sino a la sostenibilidad del entorno urbano.

El beneficio económico también es significativo. Menos daño implica menos gasto en reparaciones, menores pérdidas operativas y, en muchos casos, primas de seguro más bajas para las edificaciones equipadas con estas tecnologías. A ello se suma el interés creciente de empresas internacionales en aplicar estas soluciones en México, un país altamente expuesto tanto a sismos como a huracanes.

Lo que distingue el trabajo de Iván es su tránsito natural entre la teoría y la práctica. Lidera cada etapa del proceso: desarrolla modelos matemáticos, ejecuta pruebas experimentales, valida resultados, colabora con especialistas de distintas instituciones y comparte sus hallazgos en congresos y publicaciones científicas. Sus investigaciones han comenzado a ser citadas y utilizadas por otros autores, extendiendo el impacto hacia nuevas fronteras de la ingeniería estructural.

En un mundo donde las amenazas naturales son cada vez más frecuentes e intensas, su trabajo contribuye directamente a dos Objetivos de Desarrollo Sostenible: fortalecer infraestructuras resilientes e impulsar ciudades seguras y sostenibles. Su investigación demuestra que la tecnología puede convertirse en un puente entre la ciencia y el bienestar social; que la ingeniería puede ser una herramienta de protección humana; y que, gracias a la innovación, nuestras ciudades pueden enfrentar el futuro con mayor seguridad.

Cada modelo desarrollado, cada simulación y cada prueba en campo representan un paso hacia comunidades más preparadas ante lo inesperado. El impacto de este trabajo está en todas partes: en los edificios que permanecen en pie, en los puentes que siguen funcionando y en la tranquilidad de las personas que habitan ciudades más seguras gracias a la ciencia.